La lógica racional-instrumentalista (M. Horkheimer) del capitalismo post-fordista, radicalizada a mediados del siglo XX con el advenimiento cierto de la fase tercera de la revolución industrial, ha instituido aspectos dilemáticos en lo concerniente al nivel de las decisiones éticas.
Fundamentos filosóficos del Bio-Marketing
NTICx, biopolítica y capitalismo cognitivo
Caracterizamos al “capitalismo cognitivo” como el modelo político-económico de administración, en el que las fuentes de valorización están dadas por el uso e intercambio de información (I+D). En este sentido, lo fáctico-real es reducido a dato, y consecutivamente, convertido en recurso disponible para la manipulación instrumentalista.
Así, la revolución virtual ha determinado un giro (khere) en lo referido a la estructuración de un modelo socio-político moderno jerárquico, piramidal y contextuado, en el que se desplegaban relaciones económicas fundadas en el trabajo industrial/material, el cual ha sido sustituido en el siglo XXI por un modelo horizontal, reticular y des-territorializado, fundado en el trabajo inmaterial.
La construcción sistemática de información se ha valido de la conversión del viejo mundo “analógico” en un mundo-otro “digital”, por medio de tres pasos metódicos: sampling, cuantificación y (de)codificación:
A medida que pierde fuerza la vieja lógica mecánica (cerrada y geométrica, progresiva y analógica) de las sociedades disciplinarias, emergen nuevas modalidades digitales (abiertas y fluidas, continuas y flexibles) que se dispersan aceleradamente por toda la sociedad. El modo de funcionamiento de los nuevos dispositivos de poder implica una lógica total y constante, que opera con velocidad y en corto plazo. Su impulsividad suele ignorar todas las fronteras: atraviesa espacios y tiempos, devora todo lo que podría haber quedado afuera y fagocita cualquier alternativa que se interponga en su camino. Por eso, la nueva configuración social se presenta como totalitaria en un nuevo sentido: nada, nunca, parece quedar fuera de control. De ese modo, se esboza el surgimiento de un nuevo régimen de poder y saber, asociado al capitalismo de cuño postindustrial[1].
La sociedad de control, en el siglo XXI, se inserta en el marco de una “ontología cibernética”, por cuya bisectriz concurren: la digitalización y producción capitalista de la vida, la diferenciación sistemática de formas vivientes y, en tercer lugar, la monitorización post-panóptica de la conducta.
El capitalismo disciplinario, y por eso, el Marketing molar-estructural del siglo XX, ha devenido entonces en un capitalismo cibernético (de control), cuya estrategia de maximización de ganancias se sustenta en un Bio-Marketing molecular-reticular, en el que la fuente de valor es, sin lugar a dudas, la vida en todas sus formas actuales y potenciales.
La digitalización de la vida se da, por ejemplo, como consecuencia de la inserción de un lenguaje computacional en la comprensión de los procesos observados en biología molecular.
En un diálogo contemporáneo entre Filosofía y Biología, Mirta Elena Grimaldi y Daniel Stchigel ponen de manifiesto la concepción dogmática de la biología: “Empecemos por la idea del ARN mensajero como transmisor de información. Esto presupone que hay algo llamado información, alguna clase de cosa inmaterial que cambia de soportes a lo largo de un proceso. La información va del ADN a la proteína a través del ARN (…) Esa metáfora de la información que se transmite opera además sobre la base del concepto de transcripción y del de traducción, que a su vez nos remite al popular concepto de código genético. Yo creo que si hay un dogma no está en la hipótesis del ARN mediador, sino en este complejo juego semiótico de códigos, información, mensajeros, traductores y transcriptores”[2].
Lamote de Grignon, en Antropología Neurofilosófica, comprende que el principio estructurante de la evolución/maduración es el noúmeno-información, y que determina las diversas formas de “conducta”, ésta última un sustituto conceptual de la ya obsoleta noción religiosa/teológica de alma.
Lo cierto es que la biología molecular ha favorecido, en el marco del paradigma de las sociedades NTICx de control, la conversión y reducción de la vida en información (inmaterial), de la cual pueden hacerse usos e intercambios comerciales, visto ello en la posibilidad tangible de manipulación genética, hibridación de organismos y máquinas (cyborgs) y producción de nuevas formas de vida (biológica o artificial). En este contexto, que la vida sea información producida y consumida (prosumida) constituye el principal fundamento del Bio-Marketing.
Luego, el escenario, aunque en palabras de M. Augé, el “no lugar” des-territorializado donde la vida se inserta con máxima potencia en la lógica capitalista de la comercialización fáustica, es en las bases de datos, a saber, registros de información biológica a través de los que es plausible la diferenciación de las “formas vivientes”, en orden a analizar sus respectivas conductas.
Si la fuente básica del Bio-Marketing es la bio-información, cabe decir que su función estratégica primaria consiste en monitorizar las diferentes formas de vida, en orden a identificar segmentos específicos de consumidores: sus necesidades, deseos y expectativas.
Tal es, en cierto sentido, el carácter molecular del micro-Marketing, cuya génesis también ha de concebir el concepto de “red” como esencial a la hora de articular la información indexada en un mundo que delimite el espacio en el que actúan los perfiles segmentados de prosumidores.
Por último, la función compleja del Bio-Marketing consiste en crear lenguajes nuevos, es decir, en capitalizar la vitalidad nihilizada produciendo “conductas” que maximicen la rentabilidad corporativa. Pues, esto eso ha de llamarse éthos-marketing, categoría por la cual se entiende el que los prosumidores actúen conforme a la in-formación elaborada.
El Bio-Marketing se imprime dentro del paradigma socio-político de la virtualización biológica, tomando como fuente directriz la información inmaterial (nouménica) desde la cual es posible indexar, analizar y plurificar diversas formas vivientes, a los fines de construir un modelo económico en el que la fuerza o recurso de producción/consumo ya no sea extrínseco a la relación entre medios de producción, trabajador y consumidor (tal como sucedía con el carbón o el petróleo), sino que sea una y la misma: la vida en todas sus formas (posibles y potenciales).
Mercantilización de bases de datos biológicas
Bio-Marketing y bio-información
La digitalización/capitalización de la vida, concebida como recurso informativo primario en las relaciones de producción y consumo del siglo XXI, concita muchas controversias en torno a quién sea el propietario (y si lo hay, ciertamente), de la información y de la vida.
Con respecto a la información, los debates se han establecido -desde los orígenes mismos de la revolución virtual-, en torno a la oposición entre licencias de código abierto (GNU) o software libre –de cuyos defensores se destaca, entre otros, Richard Stallman-, y el software propietario o de código cerrado, cuyos símbolos son Microsoft y Apple.
Temáticas como el monopolio de la información y sus respectivos canales de distribución, a decir verdad, acerca del modo en que el propietario de la información preserva el monopolio de la fuerza política o económica, han sido motivo de discusión en Estados Unidos, Rusia, China, Cuba, Venezuela y Argentina, donde se debate conforme a: la apertureidad o cerrazón del uso e intercambio de bienes inmateriales en la web (propiedad intelectual), visto en la Ley Stop Online Piracy Act (S.O.P.A), o bien, el grado de intervención estatal en la conformación de multimedios mediáticos privados, su función social e intereses corporativos.
De uno u otro modo, el marco global de discusión recae sobre la posibilidad de un sharing libre y abierto, o de un modo mercantilista de intercambio informativo, con enfoque en una lógica de distribución moderna, industrial, cerrada y jerárquica.
Pero, el conflicto se radicaliza aún más en cuanto se habla del par: información-vida; Mario Casalla se preguntaba ya, en De Caín a la clonación: “¿De quién es la vida?”, aún, en este sentido, ¿A quién pertenece la información contenida en bases de datos biológicas?
Del mismo modo que se plantea la oposición entre bancos privados y/o públicos de células madre del cordón umbilical, el debate ha de aplicarse al uso dado a información pública/privada compartida en redes sociales.
Facebook o Twitter son claros ejemplos de bio-databases (base de datos biológicas), cuya fuente primaria de mercantilización es la información-vida de sus prosumidores, funcionalizando la administración de perfiles segmentados de formas vivientes conforme a sus respectivas conductas en medios digitales, y a los fines de personalizar anuncios publicitarios.
En las políticas de privacidad de Facebook, por ejemplo, se subraya el que: “Permitimos a anunciantes elegir las características de los usuarios que verán sus anuncios y podemos utilizar cualquiera de los atributos que hayamos recabado que no te identifiquen personalmente (…) para seleccionar el público apropiado para dichos anuncios”[3].
Beatriz Preciado describe el estatuto ontológico de las bio-databases, en el marco de la comprensión de su valor de mercado en una economía de pulsiones: “En el circuito de tecnoproducción de excitación no hay ni cuerpos vivos ni cuerpos muertos, sino conectores presentes o ausentes, actuales o virtuales. Las imágenes, los virus, los programas informáticos, los internautas, las voces que responden a los teléfonos rosas, los fármacos, y los animales de laboratorio en los que estos son testados, los embriones congelados, las células madre, las moléculas de alcaloides activos… no presentan en la actual economía global un valor en tanto que «vivos» o «muertos», sino en tanto que integrables en una bíoelectrónica de la excitación global o no”[3]. Así, cita a Haraway para incluir en la lista al cyborg, la semilla, el chip, el gen, las bases de datos, la bomba, el feto, el cerebro y el ecosistema, en tanto implosiones de sujetos y objetos[5].
De esta manera, el Bio-Marketing se convierte en la estrategia (básica/compleja) instrumentalizada por la biopolítica, en orden a analizar, segmentar y producir formas/conductas vivientes, canalizando psicofísicamente las pulsiones en transacciones comerciales.
La construcción de una base de datos de rostros (Facebook), por cuya lógica son indexadas las valoraciones de los prosumidores, conduce no sólo a la implosión del distingo entre lo público y lo privado, sino también a la inserción de la intimidad en el circuito de la mercantilización misma.
El Bio-Marketing es la metodología de condicionamiento extrínseco de la ratio gubernamental en el siglo XXI, cuyo fin es retroalimentar el circuito de producción-consumo a través de la bio-información como potencia fundamental del capitalismo cognitivo.
[1] SIBILIA. P., El hombre postorgánico, (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010) p. 24 [2] GRIMALDI, M y STCHIGEL, D., El logos de la vida, (Buenos Aires, elaleph, 2011) p. 13 [3] Política de privacidad de Facebook – Versión completa. Disponible en línea (12-12-2012) [4] PRECIADO, B., Potentia Gaudendi Disponible en línea (12-12-2012) [5] Cfr. HARAWAY, D., Haraway, . HombreHembra Conoce Oncoratón, Feminismo y tecnociencia, (Barcelona, UOC, 2004), p. 29 [6] SIBILIA. P., El hombre postorgánico, (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010) p. 159Redacción: F.P Gutierrez (2013)
Ilustración: Bruno T. (2013)
Actualización: F. Strizzi (2016)
Producción: B.dL (2016)