Las nuevas tecnologías han transformado, sin lugar a dudas, la matriz de trabajo y desarrollo industrial a lo largo y a lo ancho del mundo.
No obstante, también este cambio a afectado de sobremanera a un sistema educativo cuya fuente de inspiración había sido el modelo de desarrollo industrial moderno, en el que por la escuela conductual-positivista se entendía que el estudiante debía ser iluminado por el discurso unidireccional de un docente en el que residía el monopolio del saber.
Este esquema es hoy obsoleto, principalmente por el valor que adquiere la información y los contenidos multimediales en un ámbito donde el conocimiento es construido de manera interactiva.
Y es ello lo que ha suscitado la formación de un nuevo modelo educativo en educación de grado, que se vale especialmente de la calidad del contenido digital, explotado por los estudiantes que consideran válidas las alternativas a la enseñanza tradicional de la universidad.
Los movimientos de educación en línea (e-learning) han pasado de ser una utopía de construcción colectiva del conocimiento (Wikipedia, por ejemplo), a transformarse en una realidad institucionalizada a través de los centros educativos que extienden sus cátedras en forma presencial y virtual.
Esto ha implicado la necesidad de una construcción sistemática de contenido de calidad, cuya forma de redacción se diferencia con respecto a las formas tradicionales de escritura en formato papel.
El estudiante en plataformas virtuales apela a suprimir el tiempo de viaje, por la idea del confort que implica el estudiar desde casa, construyendo de manera autonómica el conocimiento en base a la lectura pausada.
Este modelo también implica una fuente de ingresos extra para las universidades, afectará a instituciones educativas de todo nivel, de cualquier carrera y a cada uno de los actores del sistema educativo: investigadores, docentes, directivos y estudiantes.