La rentabilidad y eficacia de la producción en masa se pone en duda a manos del fenómeno de la larga cola.
Se habla del poder de la democratización de los medios de producción como el fenómeno que está gestando una nueva revolución industrial, basada en la satisfacción de los deseos, necesidades y expectativas del consumidor por su propio trabajo, por sus propias ideas y básicamente por su propia fabricación. Él es quien, con las herramientas adecuadas, produce el objeto mejor adaptado a sus necesidades.
Con esta nueva realidad se produce una participación más activa del consumidor en la gestación y creación del producto. Pero en realidad, lo que produce el hecho de que cualquiera, con una buena idea pueda crear el producto que desee, es un movimiento de hacedores o creadores, de emprendedores que ya no consumen sólo aquello que las grandes compañías producen, sino que van en busca de aquello que desean, desde la primigenia idea hasta su consecutiva fabricación.
Variedad, la clave de nuestro tiempo
El siglo XX se caracterizó por ser la era de la producción en masa. Un mismo producto, con iguales características podía ser consumido en Indonesia y al mismo tiempo ese mismo bien estaba siendo comprado en Canadá, el mercado global permitía esto, pero también lo hacía el método de producción de las grandes compañías, que apostaban a producir objetos en masa, por millones, lo que les permitía llegar a un público más amplio y con ello ver crecer sus dividendos exponencialmente.
La particularidad de esta rentabilidad residía en el hecho de que ese producto, al ser fabricado en cantidad, resultaba más barato para la compañía, y al mismo tiempo, al ser un objeto necesario o deseado por el usuario final, era demandado y consumido también en masa.
Desde hace algún tiempo venimos observando cómo esta tendencia está cambiando, el consumidor ya no desea tener el mismo producto que el resto del mundo, este individuo quiere adquirir un objeto único, adecuado a sus necesidades, un producto que lo identifique y que lo represente. Por tanto, a falta de empresas que creen esa clase de bien, es el propio usuario final el que comienza a realizar sus propias creaciones.
Este espíritu emprendedor está presente en miles de personas en todo el mundo y la tecnología digital es un excelente medio de soporte para esta clase de individuos.
Si todos somos diferentes, tenemos deseos y necesidades distintas que atender, y encontramos el espacio y las herramientas adecuadas para satisfacer nuestras necesidades inmediatas, el saldo que produce esta ecuación no es otro que variedad, presente ya no sólo en la multiplicidad de opciones en cuanto a bienes, también presente en las alternativas de actividades por realizar, profesiones que ejercer y pasatiempos que disfrutar.
El antecedente
La variedad imperante en nuestro tiempo, no existía hace 20 años atrás. Para que se llevara a cabo la producción de un determinado objeto, este debía atravesar por tres pruebas concretas:
- El producto tenía que ser lo suficientemente popular como para que un fabricante decidiera producirlo.
- El producto debía ser lo suficientemente popular como para que una tienda minorista decidiera venderlo.
- El producto debía ser lo suficientemente popular como para que el consumidor pudiera encontrarlo fácilmente.
- Si el producto no cumplía con estas premisas, entonces difícilmente se procedía a su fabricación en masa.
Hoy este ya no es impedimento para que se proceda a la producción de un determinado bien, porque existen otros mecanismos que están presentes en el mercado y que guardan relación con el auge de Internet, de las tiendas online y sencillamente con el modelo de negocio de Long Tail.
La revolución del Long Tail
La tendencia de la larga cola o Long Tail viene a revertir estas tres pruebas por las que debía atravesar un producto para ser creado: lo popular, focalizando el negocio en unos pocos productos de éxito.
Este nuevo paradigma se monta sobre dos conceptos contrapuestos: el mercado de masas y el nicho de mercado, apostando a conquistar las ventajas ofrecidas por este último.
La teoría Long Tail, viene a revertir las tres pruebas que anteriormente debía atravesar un producto para ser fabricado:
- En principio, los fabricantes o emprendedores que hayan creado un determinado producto que no está dentro del rango “popular” del que antes hablábamos, pueden encontrar más fácilmente un mercado en el que insertar ese bien producido.
- En segundo lugar, gracias a Internet, la distribución de los bienes creados se torna más sencilla y accesible en cuanto a costes para esos fabricantes, posibilitando que cualquiera que haya creado un determinado producto pueda ponerlo a disposición del público sin grandes complicaciones.
- En tercer, el usuario final puede dar más fácilmente con el producto que desea, sin ser requisito indispensable que ese objeto esté dentro de la categoría “popular”. Esto es gracias a la optimización que han sufrido en la red los mecanismos de búsqueda. Google, es un claro ejemplo del funcionamiento avanzado que una simple herramienta de búsqueda puede tener, adaptando los resultados a la necesidad del usuario.
Productos personalizados: una web para cada quien
El movimiento emprendedor de esta era no se basa sólo en la variedad, también enfoca sus esfuerzos en la especialización, creando productos personalizados, a la medida de cada quien. La web es un perfecto ejemplo de ello.
Cuando un usuario visita una web de comercio electrónico como Amazon, se encontrará con una personalización prácticamente absoluta en torno a lo que ve. Esta plataforma y su algoritmo se encargan de definir qué es lo que posiblemente el usuario desea conocer y en base a ello personaliza la información que muestra, esto se aplica también a los anuncios o publicidades que en la página aparecen o mejor dicho, que se le muestran al usuario.
En resumen…
Medios de producción disponibles para todos, mayor variedad de productos, reducción de costes en la producción de bienes, distribución sencilla y a coste cero de esos productos, fácil acceso a cualquier tipo de objeto y una mayor especialización en el diseño y producción de estos, son parte de los cambios que el mercado está atravesando.
Y en parte, esto se debe a la tendencia de la larga cola, pero principalmente, a la transformación que el individuo está experimentando, involucrándose mucho más en el proceso de producción, en la búsqueda de algo más que satisfacer una necesidad básica, en la búsqueda de superar sus propias expectativas.